Las interacciones entre literatura y ciencia es la introducción del método científico en la literatura de ficción, y más precisamente en las novelas policíacas o detectivescas. Desde sus orígenes, en las primeras décadas del siglo XIX, la novela policíaca ha estado siempre íntimamente ligada a “lo científico” y a su capacidad para explicar el mundo. El detective debe afrontar la resolución del caso basándose en los hechos, analizando la información disponible, elaborando teorías y contrastando sus hipótesis con la realidad. El detective se convierte entonces en una especie de alter ego del científico, que logra finalmente dilucidar cualquier problema por complejo que pueda parecer. La literatura se apropia así de una visión lógico-positivista de la realidad que se reflejará en buena parte de su producción y que influirá fuertemente el modo en que los lectores (y por extensión, la sociedad) perciben el mundo.
Es lícito considerar a Edgar Allan Poe como el padre del
género policíaco, o al menos como el aglutinador de ciertas ideas que “estaban
en el aire” de la época. En particular, su relato Los crímenes de la calle
Morgue (1841) marca el comienzo de un nuevo tipo de literatura que se prolonga
hasta nuestros días y que, casi al mismo tiempo, tanteaba también el inglés
Wilkie Collins en La piedra lunar (1868). Poe introduce en sus textos, para la
resolución de diferentes crímenes, una clase de análisis que la policía de
entonces difícilmente podría haber imaginado. De hecho, los agentes de la ley
aparecen retratados como sujetos mediocres, sin imaginación y hasta torpes. Es
solo mediante la observación y la deducción lógica como el detective (el
investigador) llegará a esclarecer el caso y a establecer la verdad. Al
contrario que a los policías, al investigador se lo pinta generalmente
perspicaz, culto y, en muchos casos, amante de la ciencia. La identificación
del lector con la figura del investigador de aquella época se consolida de
inmediato, y el lector sabe también que es solo cuestión de tiempo que el
detective acceda a la verdad.
LAS
CIENCIAS HUMANAS
Hoy
en día se acepta que la teoría literaria está constituida como disciplina, ya
que existe el acuerdo, más o menos definido, de cuál es su objeto. Pertenece al
grupo de las llamadas Humanidades, entendidas como el campo de saber que no se
incluye en las ciencias de la naturaleza, y es una disciplina que
cuenta con unos métodos determinados que cumplen unos fines concretos.
1.1.
Wilhelm Dilthey (1833-1913) y las ciencias del espíritu.
Wilhelm Dilthey, en su Introducción a las ciencias del espíritu (1883)
persigue la fundamentación filosófica de las ciencias del espíritu, entre las
que incluye aquellas cuyo objeto de estudio es la historia, la política, la
jurisprudencia, la teología, la literatura o el arte. Es decir, son las
ciencias que tienen como objeto la realidad histórico-social.
Aunque echa de menos una discusión
sobre los fundamentos de estas ciencias, parecidos a los que existen sobre las
ciencias de la naturaleza, determina que el origen de las ciencias del espíritu
se debe a ejercicios de funciones sociales; la gramática, la retórica, la
lógica, la estética, la ética, la jurisprudencia y las demás disciplinas han
surgido porque el individuo toma conciencia y reflexiona sobre su propia
actividad. Todas estas ciencias tienen carácter histórico, y forman una unidad
porque incluyen lo que Domínguez Caparrós llama “el análisis de la vivencia
total del mundo espiritual” (2002, pág.86)
Si toda ciencia se caracteriza por
unas proposiciones que pasan de hipótesis a leyes universales, las
proposiciones de las ciencias de este tipo según Dilthey son: hechos (carácter
histórico), teoremas, juicios estimativos y normas (elemento práctico).
[Domínguez Caparrós señala la
relación de esa división con la división disciplinar entre la ciencia que se ocupa de hechos
históricos (historia literaria), la que formula teoremas (teoría literaria) y otra que
plantea juicios estimativos y normas (crítica literaria)]
1.2.
Hans-Georg Gadamer (1900-2002): buscando la verdad.
Gadamer se enfrenta a los
peligros de la dogmaticidad científica y pretende modificar el objeto
filosófico con la creación de una hermenéutica filosófica o teoría de la experiencia humana del
mundo.
Según Gadamer, las llamadas ciencias del espíritu se ocupan de realidades –como la
filosofía, el arte o la historia– extracientíficas, que quedan fuera de la
verdadera ciencia: “formas de experiencia en las que se expresa
una verdad que no puede ser verificada con los medios de que dispone la
metodología científica” (Verdad y método,1960).
No obstante, tienen una pretensión
de verdad que se trata
de legitimar filosóficamente, y Gadamer defiende la experiencia de verdad que
se da en el arte y en la tradición histórica por encima de las limitaciones que
pueda suponer el aplicar conceptos de verdad científica. La verdad, en la historia y en el
arte, es producida por la interpretación.
Para que las ciencias del espíritu alcancen validez, tienen que
reconciliarse con la tradición, admitiéndola como fuente de verdad, pero sin la
pretensión de hacerlo de forma científica. Los modos de
conocimiento que sirven de modelo a la verdad que producen las ciencias del
espíritu, son, según H.-G. Gadamer, la comprensión del pasado y la
interpretación de la obra de arte, dos procesos que no pueden reducirse a la
ciencia moderna.
2. LOS
ESTUDIOS LITERARIOS
2.1.
La ciencia de la
literatura.
"En una valoración rápida, la ciencia
y la literatura sirven a dos divinidades contrarias:
la
inteligencia y las emociones"
(Alberto G.Rojo)
El estudio de la literatura presenta unos rasgos especiales entre las
Humanidades, que están determinadas por la aplicación de métodos propios en el
conocimiento de su objeto, y por las propias características de la literatura y
las dificultades de su definición. La ciencia literaria, que integra la historia, la teoría y
la crítica, no siempre ha sido sistematizada
como una disciplina que forma parte de un grupo más amplio de estudios
(filológicos, filosóficos, semióticos, estéticos, ciencias del espíritu o
ciencias sociales)
Algunos críticos han intentado
establecer definiciones. El semíótico argentino Walter D. Mignolo habla del campo de los estudios literarios
-en los que convergen términos como “teoría
literaria”, “teoría de la literatura”, “poética”, “ciencias de la literatura”-
como un campo “indiferenciado e intuitivamente reconocido”
(1978). Existe, pues, la
necesidad de un término para designar el conjunto de los estudios literarios,
comparable a sociología o antropología, por ejemplo, y el término que
propone Mignolo es literaturología, (poética está demasiado relacionado con la antigua poética
clásica y con la moderna poética lingüística)
Otros autores, como Lázaro Carreter (1976), proponen la integración de la
poética (denominación que reivindica) en un marco teórico más amplio que
proporciona la semiótica o semiología.
«La aproximación a
las obras literarias desde una perspectiva semiótica supone un enriquecimiento
porque, como destacó ya Lázaro Carreter (1976: 29), rompe con la idea formalista
y estructuralista de la obra encerrada en sí misma, sin conexión con el
exterior, y la pone en contacto con los demás sistemas de signos, especialmente
las otras artes, con el autor y el receptor como extremos del proceso
comunicativo…» (David
Viñas, Historia de la crítica literaria, 2007, pág.467) .
El problema,
señalado por Mª C. Boves, es que, según la
definición de la Semiótica que señaló Saussure,
como ciencia que estudia la
vida de los signos en el seno de la vida social, prácticamente todos los
objetos de las llamadas ciencias del espíritu, serían objeto de la semiótica,
con lo cual los estudios literarios seguirían ocupando un territorio impreciso.
2.2.
Las disciplinas literarias: intentos de organización.
2.2.a. René Wellek y Austin Warren, en su Teoría literaria, afirman
que “teoría literaria, un Organon metodológico, es la gran necesidad de la
investigación literaria en nuestros días” (1949) Parece claro que el
estudio de la literatura admite tres enfoques: teoría,
historia y crítica, y la teoría es la disciplina básica para las otras
dos. Además, estos autores enuncian la necesidad de una reconstitución de un
cuerpo de principios teóricos relacionados con la antigua poética, y que habían
sido relegados por el auge del historicismo. Wellek y Warren establecen la
siguiente clasificación:
DISCIPLINA |
OBJETO |
MODO |
Teoría literaria |
Principios de la literatura |
|
Historia literaria |
Obra concreta |
En orden cronológico |
Crítica literaria |
Obra concreta |
Enfoque estático |
2.2.b. Alfonso Reyes (1889-1959), en La crítica en la edad ateniense, 1941) considera que el estudio general de la literatura es
crítica literaria, y
la crítica es historia, teoría o preceptiva literaria
en función de su manifestación. Cuando “la crítica se limita a
registrar los hechos, se queda en historia de la literatura; cuando define,
“por esquema y espectro”, el fenómeno literario, es teoría de la literatura;
cuando pretende dictar reglas a la creación, basándose en la experiencia o la
doctrina, […], se desvirtúa en preceptiva” (1941).
Reyes distingue tres grados de
acercamiento a la obra: la crítica artística, la ciencia de la literatura, y el
juicio, (que es “aquella alta dirección del espíritu que
integra otra vez la obra considerada dentro de la compleja unidad de las
culturas”).
Al conceder a la crítica un
carácter fundamental, básico y fundacional de todo acercamiento a la
literatura, Reyes da cabida a la preceptiva, con la derivación de carácter normativo que tiene en la teoría literaria
clásica, a diferencia de la ciencia de la literatura actual, que, como
actividad analítica que es, prescinde de preceptos y recetas. Lo que él considera
crítica literaria
es lo comúnmente conocido como ciencia de la literatura, que abarca el estudio
general de la literatura en tres aspectos particulares: historia, teoría y
crítica
2.2.c. Tzvetan Todorov, (Poétique ,1968)
teoriza desde el estructuralismo francés y usa el término “poética” como
sinónimo del de “teoría literaria” de Wellek. Para delimitar la poética, a la
que define como un acercamiento a la literatura a la vez “abstracto” e
“interno”, Todorov distingue
dos actitudes básicas dentro de los estudios literarios:
– ver en el texto literario un objeto suficiente de conocimiento, que es la
actitud de la interpretación, exégesis, comentario, explicación del texto,
lectura, análisis o crítica; su objetivo es el sentido de la obra.
– tratar de establecer leyes generales de las que el texto literario es un
producto, que es la actitud de la ciencia, la actitud que adoptan los estudios psicológicos o
psicoanalíticos, filosóficos o sociológicos. Se trataría del tipo de estudios
que Wellek y Warren denominan “acercamientos extrínsecos”.
Entre estas dos posiciones se
sitúa la poética, que, en palabras de Domínguez Caparrós (2002), “contra la primera actitud, no busca el sentido, sino
las leyes generales que presiden el nacimiento de cada obra; y que, contra
la segunda actitud, busca estas leyes en el interior de la literatura
misma”. El objeto de la
poética son las propiedades del discurso literario, y su finalidad es proponer una teoría de su estructura
y su funcionamiento. La poética se relaciona con
otros estudios literarios: con la crítica (con la que es complementaria), y con
la historia literaria. Así, la poética de Todorov vendría a ser una teoría
literaria, no muy alejada de los planteamientos de Wellek.
3. LAS CIENCIAS LITERARIAS
Las ciencias que se ocupan
del estudio de la literatura pueden clasificarse en cuatro:
3.1. LA
TEORÍA LITERARIA
Para la definición de la
teoría literaria hay algunos aspectos que considerar:
– la teoría
literaria no tiene una
doctrina con límites perfectamente definidos,
-determinados problemas son recurrentes desde la Antigüedad
(cuestión de los géneros, el lenguaje literario…)
-los aspectos menos constantes son los temas generales relacionados
con el valor estético o con la función social de la literatura
–existe una gran riqueza del pensamiento teórico de las
principales corrientes y escuelas, sobre todo de las del siglo XX, en que no es
raro que cada una se presente con vocación de diferenciarse de las demás.
3.1.a. René Wellek considera en la teoría literaria:
– un organon (instrumento) metodológico,
– el estudio de principios, categorías y criterios propios de la
literatura,
– una teoría de la crítica y de la historia literarias.
– un sistema de principios y una teoría de los valores literarios.
Según Wellek, se
trata de una ciencia, cuyo ideal científico es de índole empírica, con una
forma de proceder descriptiva y objetiva, que consiste en la “observación,
clasificación y caracterización de los mecanismos verbales propios del universo
literario en un sentido amplio”.
Wellek también ve la relación de la poética con la crítica, con la historia
literaria y con la estética, si bien la teoría literaria debe mantener sus
límites definidos.
3.1.b. Douwe W. Fokkema y Elrud Ibsch (Teorías de la literatura del
siglo XX, 1977) defienden la interrelación de la teoría, la historia
y la crítica literaria. Lo
que caracteriza a la crítica literaria es la elaboración de “conceptos generales y modelos
que expliquen los desvíos individuales y den cuenta de la base histórica de
todas las literaturas”. Teoría, crítica e historia se ayudan.
La moderna poética se
identifica por aspirar al inmanentismo y coherencia de supuestos de sus
conceptos y métodos, no por unos contenidos verdaderamente nuevos.
3.2. LA
CRÍTICA LITERARIA
El estudio de una obra u obras concretas con vistas a su evaluación se conoce como crítica literaria.
3.2.a.
Wayne Shumaker, en sus Elementos de teoría crítica (1964), aborda la
dificultad de una definición, y dice que “el objeto último de la crítica, sea o no
asequible, es la comprensión total y valorativa de la materia crítica”.
3.2.b. Roland Barthes (1915-1980), resume sus planteamientos
en Critique et vérité (1966). Hay dos discursos posibles sobre la
obra literaria: la crítica y la ciencia literaria. La primera intenta dar a la obra un sentido
particular mediante un lenguaje intermediario que permite continuar las
metáforas de la obra siguiendo los siguientes puntos:
– todo es, en la obra,
significante, es decir, susceptible de significar.
– el lenguaje de la crítica
llega a la generalización mediante el uso de las notaciones o rasgos de la
obra, que aparecen transformados en forma de metáfora, metonimia,
antífrasis…(figuras que consisten en transformaciones de la lógica del
significante)
– todo libro es un mundo
ante el cual el crítico experimenta la misma sensación que el escritor ante el
mundo real, de forma que el crítico es, también, creador de otra obra
necesitada, así mismo, de coherencia.
3.2.c. La crítica literaria, pese a las dificultades que plantea
su delimitación, es reconocida unánimemente como necesaria para la constitución
de la teoría, cuya finalidad busca un mejor conocimiento de las obras
concretas. Teoría, crítica e historia se relacionan entre sí y se apoyan
mutuamente.
3.3
HISTORIA DE LA LITERATURA
La historia de la literatura implica la definición de un concepto
claro de literatura. Durante mucho tiempo, desde el Romanticismo, hacer
historia fue la forma tradicional del estudio de la literatura, pero cuando se
empieza a imponer el estudio formal de las obras, entra en crisis dicho modelo
que estudiaba las relaciones entre la obra y el autor. La historia literaria enfoca el hecho literario como
algo cambiante, y la teoría literaria se interesa también por los principios
generales que rigen el cambio literario; de ahí que se convierta en una teoría
de la historia literaria.
Hay unas cuestiones metodológicas
que han sido resumidas por Óscar Tacca (“Historia de la literatura”, en Métodos de estudio de la obra literaria, Ángel
Canellas López, José María Díez Borque, 1985), y que se refieren:
-al tipo de delimitación (geográfica, lingüística, histórica) que se sigue
al describir una historia de la literatura. Tacca dice que la obra literaria no es ni histórica ni ahistórica, sino
extrahistórica (en La historia literaria, 1968).
-a la ordenación, dividida en sistematización y periodización de los hechos
historiados (por géneros, por períodos, por escuelas…). Es importante su concepción de la historia como
referida a un ámbito espacio-temporal delimitado cronológicamente y cerrado en sí
mismo.
-a la relación entre la
historia y la crítica, qué papel juega cada una.
3.4. LA
LITERATURA COMPARADA
3.4.a. La literatura comparada, pese a
contar con una larga tradición de estudios, presenta los mismos problemas de
delimitación que las otras disciplinas literarias. Ya Wellek (1949), comenta la
asociación de la literatura con otras investigaciones (temas de literatura
oral, relaciones entre dos o más literaturas, la literatura como algo
universal…) El poeta
Goethe también señala, en 1957, que la poesía es “patrimonio
común de la Humanidad”.
José Domínguez Caparrós, siguiendo
a Wellek, defiende la literatura comparada porque “viene a contrarrestar la
falacia de la literatura limitada, muy frecuentemente de manera artificial y
por necesidades del historiador, a unos márgenes nacionales, que distan de ser
acordes con la realidad del fenómeno literario […] La literatura comparada se constituye, pues, como una
utopía, en sentido etimológico, y de ahí las dificultades de su definición y
sus conocidas crisis” (2002, pág.99). Como señala Claudio Guillén (1983), cuando se
trata de Literatura Comparada “todo marco conceptual es provisional y ha de ser
puesto a prueba”
3.4.b.
Brunel, Pichois y Rousseau, en Qu’est-ce que la littérature comparée? (1983)
proponen una definición de la literatura
comparada como aquella que se ocupa de la “descripción analítica, comparación metódica y diferencial,
interpretación sintética de los fenómenos literarios interlingüísticos o
interculturales, por la historia, la crítica y la filosofía, a fin de
comprender mejor la literatura como función específica del espíritu humano”.
También dan una descripción más
descriptiva diciendo que la literatura comparada es “el arte
metódico –por la investigación de lazos de analogía, parentesco e influencia-
de aproximar la literatura a otros dominios de la expresión o el conocimiento,
o bien los hechos y los textos literarios entre sí […] a fin de mejor
describirlas, comprenderlas y saborearlas”. Según esto, la
literatura comparada aborda tanto la comparación de la literatura con otras artes
como la comparación de literaturas y textos entre sí.
3.4.c. La
literatura comparada sirve de conexión entre la teoría y la historia literaria. Como señala Claudio Guillén (Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada,
1984), la literatura comparada es una tendencia o forma de exploración
intelectual en los estudios literarios.
3.4.d. Pese a algunos antiguos intentos
de comparación como el del español P.Juan Andrés y su Origen, progresos y
estado actual de toda la literatura, en el s. XVIII, la literatura comparada
propiamente dicha surge en el siglo XIX, con autores como Mme de Staël De l’Allemagne (1813) y Jean-Charles-Léonard
Simonde de Sismondi, Histoire de la littérature du
Midi de l’Europe (1813).
3.4.e. Respecto al objeto de las comparaciones,
los temas son muchos y destacan:
– El intercambio y comercio
entre las distintas literaturas.
– El estudio de la relación
de la literatura con las otras artes,
– La comparación de temas y
motivos presentes en literaturas diferentes.
– La comparación entre los
diversos artificios (sistemas métricos, géneros literarios…)
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