martes, 27 de julio de 2021

EL APORTE DE LA LITERATURA PARA COMPRENDER EL MUNDO ACTUAL

 

José Carlos Mariátegui en su ensayo “Proceso de la literatura” expresa: “La literatura no es independiente de las demás categorías de la historia” (2007, p. 215); esta sentencia remite al carácter significativo que tiene la producción literaria como termómetro de cambios y procesos sociales. La producción literaria, además de poseer valor estético, responde, como cualquier otra manifestación cultural, a las tendencias o sistemas de

pensamientos correspondientes a un clima social determinado. Toda obra permite el acercamiento al espíritu de su época, tanto en el terreno de la estética como en el universo de las ideas. La obra literaria atesora huellas de los imaginarios, de las luchas ideológicas y de los discursos que se manifiestan a través del tiempo, de modo que tanto la lectura espontánea como el estudio teórico de la misma, enriquecen nuestro conocimiento acerca de la historia y de las corrientes de pensamiento que han tenido lugar.

Los universos ficcionales que posibilita la literatura aluden a cuestiones colectivas (aunque la enunciación se torne subjetiva), por tanto, ofrecen señas particulares acerca de la realidad social. Si tenemos en cuenta las posibilidades que la literatura ofrece para

describir una época, un espacio o un grupo social, no es incoherente pensar entonces que pueda poseer cierta validez documental en el campo de la investigación social, menos si nos ubicamos en América Latina, donde los escritores han ejercido su labor artística en consonancia con el rol de intelectual.

 

La literatura durante la Independencia

Desde el momento mismo en que empezaron a gestarse en el siglo XIX las ideas independentistas en América Latina, la literatura estuvo presente como soporte esencial de dicho proceso. Grandes políticos y pensadores de la época ejercieron también como literatos, y a través de la narrativa o la poética, difundieron un claro ideario e insuflaron ánimo en el espíritu de sus lectores para que adhirieran al pensamiento emancipador.

Durante el proceso de independencia la literatura hispanoamericana adquirió un compromiso social y se convirtió en el medio de expresión portador de ideas libertarias y difusor de la identidad cultural.

Los ensayos, las proclamas, los discursos y la poesía de carácter patriótico, así como las odas heroicas o los himnos a la gesta independentista, jugaron a favor del interés de conformar una nueva sociedad y de consolidar proyectos de nación. El siguiente fragmento de un poema de Andrés Bello ilustra con precisión la conformación de un pensamiento (y sentimiento) latinoamericano a través de la literatura:

 

ALOCUCIÓN A LA POESÍA

Fragmento de un poema titulado “América”

 

Divina Poesía,

tú de la soledad habitadora,

a consultar tus cantos enseñada

con el silencio de la selva umbría,

tú a quien la verde gruta fue morada,

y el eco de los montes compañía;

tiempo es que dejes ya la culta Europa,

que tu nativa rustiquez desama, y dirijas el

vuelo adonde te abre el mundo de Colón su

grande escena. (Obra literaria, 1979, p.20)

 

En una época de enormes trastornos ecológicos, de un crecimiento demográfico inusitado y de una creciente desilusión con los resultados de los procesos de modernización en Asia, África y América, la literatura ha contribuido a fomentar un razonable escepticismo frente a las grandes certidumbres que caracterizaron a la era moderna. También en las periferias mundiales se empiezan a perfilar el cuestionamiento de las pretendidas leyes del desarrollo histórico, la desconfianza hacia la razón instrumental y la duda frente a los modelos y valores provenientes de las prósperas sociedades del Norte. También en el Tercer Mundo comienza a extenderse la idea de que algunos de los más graves problemas de la actualidad desde la destrucción de los bosques tropicales hasta el hacinamiento en las grandes ciudades provienen paradójicamente de los éxitos técnico-materiales del Hombre en su intento de domeñar la naturaleza y de construir una civilización centrada en la industria y la urbanización, y no necesariamente de sus fracasos en el terreno de los ambiciosos proyectos de "desarrollo integral". Una de las ironías de la historia contemporánea reside en el hecho de que los considerados como realistas y pragmáticos (gobernantes, planificadores, empresarios, políticos, dirigentes sindicales y asesores técnicos de toda laya) no han sabido reconocer los efectos negativos y francamente nocivos de la explotación acelerada de los recursos naturales, de la apertura de toda región geográfica a la actividad humana y del gigantismo económico y demográfico. Han sido los artistas y los poetas, los pensadores considerados como marginales y anacrónicos y los escritores que prematuramente descubrieron temáticas controvertidas (es decir: los denunciados a menudo como idealistas), quienes han podido percibir mejor los resultados ciertamente inesperados y contraproducentes del racionalismo instrumentalista, el cual aún hoy conforma en el Tercer Mundo la casi totalidad de los esfuerzos en pro de aquello que se designa con los conceptos mágicos de progreso y adelanto.

La exitosa cultura metropolitana ha producido obviamente resultados por demás beneficiosos para toda la humanidad, pero también ha traído consigo la dictadura de la mediocridad, la cursilería y el mal gusto, la pérdida de la solidaridad entre los mortales, la desaparición de la heterogeneidad socio-cultural y la formación de una consciencia colectiva provinciana y frívola, recubierta con un eficaz barniz de falso cosmopolitismo. Frente a este estado de cosas, que empieza ahora a ser visto con una desconfianza creciente, parece indispensable el señalar ante todo el carácter ambivalente del progreso económico-técnico, de la razón técnica y de sus consecuencias prácticas. Lo que puede ser un factor de indudable progreso, como una gran represa hidráulica, puede constituirse en la causa de un desarreglo ecológico de gran escala, que a largo plazo anule los beneficios del adelantamiento material. Los esfuerzos gubernamentales y privados en favor de la salud pública y de la prevención de enfermedades endémicas, que se iniciaron en la primera mitad del siglo XX, han ocasionado en el Tercer Mundo a partir de 1950 un incremento poblacional de ritmo exponencial y proporciones inauditas en toda la historia humana, lo que ha significado para los países en cuestión una sobre-utilización de recursos naturales (ahora en clara disminución), un marcado empeoramiento de la calidad de la vida de sus ciudadanos, un erosionamiento progresivo de sus suelos agrícolas cada vez más escasos y el entorpecimiento de la vida cotidiana típico de enormes aglomeraciones que no pueden desistir ni de complicados ordenamientos burocráticos ni de las tensiones socio-psíquicas inevitables en los grandes hacinamientos. Lo que individualmente ha sido sin duda algo positivo la preservación y el mejoramiento de la vida de las personas ha significado para los países directamente involucrados un verdadero infortunio y la posibilidad de la autodestrucción del género humano.

Escritores latinoamericanos, como José Enrique Rodó, Mario Vargas Llosa y especialmente Octavio Paz, han tenido el mérito de criticar tempranamente el sin sentido de la vida en las admiradas y vilipendiadas sociedades opulentas de Occidente. Según Paz, los políticos de las grandes potencias se han caracterizado por una mezcla de miopía y cinismo, mientras que las masas se han consagrado al "nihilismo de la abdicación", al "hedonismo vulgar" y al "erotismo convertido en técnica, vaciado de arte y pasión". De acuerdo a este escritor, el mundo altamente desarrollado es también tal como lo pintan los productos de su aburrida literatura: "túneles, cárceles de espejos, subterráneos, jaulas suspendidas en el vacío, ir y venir sin fin y sin salida". Este es el mundo que nos espera.

LA LITERATURA Y LA VIDA

Parecería redundante unir las palabras literatura y vida, porque son sinónimos de una misma realidad verdadera. Dos personas distintas y un solo ser. Pero desdichadamente no es cierto tratándose de la literatura que constituye un reinado dentro de otro, un territorio neutral en que los entes vivos son fantasmas retóricos, personajes de ficción en un mundo real, heridas abiertas en un mundo de ficción y con gente pobre en un mundo millonario.

La importancia que tiene el abordaje de la literatura dentro de la historia de las ideas en Sudamérica. Tomando como referencia la novela Todas las Sangres del escritor peruano José María Arguedas, en donde la literatura posee un valor documental invaluable, puesto que constituye una manifestación cultural particular que permite acceder a los campos imaginarios, ideologías o sistemas de pensamiento que caracterizan a una sociedad en un momento histórico determinado.

La literatura es el arte que utiliza como instrumento la palabra, es también el conjunto de producciones creadas de una nación, de una época o de un género, es el conocimiento y ciencias de las letras. Literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente, para expresar ideas de interés general o permanente. En la búsqueda de definir qué es literatura y qué es lo literario, surgieron movimientos de teoría literaria para estudiar y delimitar su objeto de Estudio. A comienzos del siglo XX, el formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga qué hace que un texto sea literario. Roman Jakobson plantea que la literatura tiene particularidades en la forma y fondo, que la hacen diferente a otros discursos; una que llama función poética, que hace al lenguaje llamar la atención sobre sí mismo. En efecto, en la lengua de uso hay determinadas expresiones que se producen sólo porque producen un placer, un placer de naturaleza estética, en línea con lo que pensaba Aristóteles. El lenguaje combinaría recurrencias, repeticiones y desvíos de la norma para impresionar la imaginación y la memoria y así llamar la atención sobre su forma expresiva del lenguaje literario; el lenguaje literario sería un lenguaje estilizado y trascendente, destinado a la perduración, muy diferente de la lengua de uso normal, destinada a su consumo inmediato. Un texto literario no puede estimarse de forma autónoma, sino como consecuencia de otros muchos textos y antecedente de otros (intertextualidad).Wolfang Kayser, planea cambiar el término de literatura por el de bellas letras diferenciándolas del habla y de los textos no literarios, en el sentido de que los textos literario-poéticos son un conjunto estructurado de frases portadores de un conjunto estructurado de significados, donde los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creando así una objetividad y unidad propia.
Para 
Roland Barthes, quien fue un filósofo, crítico, teórico literario y semiólogo estructuralista francés: la literatura no es un corpus (conjunto cerrado de textos o de datos) de obras, ni tampoco una categoría intelectual, sino una práctica de escribir realidades. Cada saber tiene un lugar indirecto que hace posible un diálogo con su tiempo. En la búsqueda de nuevas formas de afrontar el referente literario, se plantearon nuevos discursos de abordaje a través de estudios de varias disciplinas afines. Enrique Anderson Imbert fue un escritor, ensayista, crítico literario y profesor universitario argentino, afirma que la literatura en América sólo la conforman aquellos que hacen "uso expresivo de la lengua española en América".


Actividad

Investigar, teorizar, conceptualizar y publicar en sus blogger sobre la política de la literatura.

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