En medio de los árboles, construyeron una casa de madera y mientras dormían
en una noche lóbrega, de un solo puntapié abrieron la puerta, dos pistoleros
resentidos de su existencia, en el interior dormía el pequeño Arián y sus
padres Aldous Jahnsen Baertl y Anna Heinz Isern. Con furia y sin decir nada,
dispararon sin piedad a todo lo que se movía, pero por milagro del destino, ni
una sola bala le impacto a Arián, así quedándose huérfano a la edad de 3 años.
Antes de este cruel asesinato, dos jóvenes pertenecientes a la familia Jahnsen
y Macher, tipos de sangre y estirpe alemana hasta en el alma. En una taberna bebían
Killepitsch, un licor de color rojo, producto de la mezcla de más de 80 frutos,
hierbas y bayas secas. La discusión nació, por querer imponer la idea ¿qué
familia tiene el mejor “stier” semental de todo el valle de Pozuzo? —El primero
dijo: —Los Jahnsen tenemos el mejor bicorne, ya que nuestro toro, está
dispuesto a empreñar a 100 vaquillas por mes. El otro “jung” no se quedó
callado, antes de hablar se tomó un bocado de Killepitsch y golpeando con el
puño a la mesa, dio una mirada retadora dijo: — ¡Debes saberlo! Que la familia
Macher tiene el mejor semental de toda esta selva, ya que nuestro toro, es
capaz de empreñar a 500 vacas por día. —No hables bobadas, no porque eres un
Macher vas hablar cualquier atrocidad, en estos momentos, si meda la gana de un
solo “schlag” te pongo en razón. —Atrévete a darme un “schlag”, de inmediato
veras que lustro mis botas en tu cara y ni tu raza Jahnsen vendrán a
defenderte. — ¿Me estas retando, sabiendo que tengo los “eier” bien puestos?
Sino crees, pues toma. La mano de Aldous Jahnsen, fue más rápido que el zarpazo
de un tigre, le metió un violento puñete a su contrincante, quien termino de
bajo de la mesa y frotándose la quijada. Se armo una tremenda pelea en la
taberna, hasta se golpearon con las mesas, bancas y varias “flaschen”
terminaron rotas. Con la finalidad de evitar mayores destrucciones, el dueño de
la taberna se vio obligado a realizar un tiro al aire con su escopeta de dos cañones
y así logrando calmar los ánimos. El joven perteneciente a la familia Macher,
desde la puerta de la taberna le dijo: — Aldous Jahnsen, has cavado tu tumba,
solo te falta comprar tu cajón, ya nos veremos en otro momento, allí te enseñare
¿quién tiene los cojones bien puestos en este valle? Ya verás, las deudas se
pagan y con intereses. Aldous Jahnsen, por quedar bien con el dueño de la
taberna, le pago por todo lo destruido y se marchó a su establo, llevando las
compras necesarias que necesitaban. Alla en medio del bosque, le espera su
esposa e hijo, con ganas de abrazarlo y decirles que mucho lo querían. Llego a
su pequeño establo, ya cuando estaba oscureciendo, pero no le conto nada a su
esposa del incidente. Solo atinó a decirlo que, en Pozuzo, la vida social
estaba cambiando. Ya había pasado un mes, que se dio esa pelea, pero uno de los
enemigos más destacados del ser humano, como es el rencor, aún seguía vivo en
el corazón de aquel joven, perteneciente a la familia Macher, que termino
desequilibrando su cuerpo y mente. Para vengarse de aquella golpiza y humillación,
a uno de sus peones le dijo: —Hendrik Schell, ayúdame a silenciar a una víbora
venenosa, un día me golpeo y eso daña la reputación de un Macher, debo
recuperar mi honor y demostrarlo a todos, que yo no soy cualquiera, sino un
Macher con M de machazo. —No hay problemas patroncito. ¿Pero cómo vamos a
silenciar a esa víbora? Si ellas nacieron para silbar. —Aquí tengo 2 revólveres,
no te preocupes. Esta misma noche entraremos en acción. —Dijo aquel joven. Ya
que la venganza y la tragedia a menudo suceden al mismo tiempo. Aquella noche
cometieron su delito, dejando en la completa orfandad a Arián Jahnsen Heinz.
Pero como no hay crimen perfecto, porque el asesino no olvida su delito. El
sonido de los disparos se escuchó a varios kilómetros, así despertando la
curiosidad de los demás vecinos, quienes con sus linternas fueron a averiguar qué
es lo que estaba pasando en el pequeño establo de la familia Jahnsen. Para
sorpresa de los vecinos, encontraron a un niño llorando y abrazado a su madre,
sin entender lo que sucedió, ni saber que les paso a sus padres y por qué
estaban enfriándose en un charco de sangre. Los vecinos trataron de animar a
los cuerpos, pero ya era imposible, porque las balas, habían afectado los
principales órganos. De inmediato dieron aviso a las autoridades y con un solo
objetivo que se los capture y que vayan a la cárcel. También Arian Jahnsen
Heinz, fue llevado a casa de su padrino de bautizo, Mr. Ludwig Werner, quien
era un bondadoso y un ganadero prospero de aquella comarca. El Mr. Ludwig
Werner, muy condolido le recibió en casa a su ahijadito y se comprometió a
criarlo y educarlo. Mr. Ludwing, no le mando a la escuela a su ahijado, porque
en aquella zona, no había esa casa, donde enseñan para competir, pero no para
compartir, acción que contribuye a la creación de complejos de superioridad
intolerante o de inferioridad conformista, que a posterior es la madre de todos
los tipos de violencia. —Esa escuela no educa para ser humanos, para ser auténticos,
para la felicidad, solo reproduce esquemas y protocolos que matan la
creatividad de cada individuo y no catalizan el potencial único del ser. ¿Que
podríamos pedir a una escuela donde los profesores no son maestros de sí mismos
y no saboreen lo que dicen y hacen? La mejor escuela es la vida. Dijo Mr.
Ludwing Werner. —Entonces padrino, la escuela me debe ayudarme a descubrir la
vida. —Claro hijo, si la escuela solo te educa para llenar tus vacíos, con
ideas de miedo, respeto a la autoridad y no respetarte a ti mismo, esa escuela
no vale. Porque está matando tu creatividad, tu espíritu innovador y crítico,
frente a sucesos que se te presentan. —Le aclaro al niño. Mas bien desde
pequeño le enseño a cuidar a las vacas, a ordeñar, a poner las marcas, a
llevarlo al pastal muy temprano, a fabricar el queso y todo lo que se necesita
para ser un buen ganadero. Su padrino siempre le decía: —Arián, tu mejor escuela
serán los pastizales, los árboles, los ganados y yo, te enseñaremos para vivir
la vida. El tema central serás tú y el método de la enseñanza de la vida estará
basado en ti, porque todo lo que vez, tiene algo para enseñarte, desde el más
pequeño y hasta el más viejo. Todo lo que tienes y sabes, lo utilizarás para el
despertar de tu consciencia. Con esta escuela cambiaras tu a la vida. Más no la
vida a ti, esta escuela te formara para que te conocen por tus obras y no por
lo que dices. —Arián, aun no lo entendía tan bien al consejo de su padrino.
Pero si, estaba consciente que tenía responsabilidades que cumplir y aprender
todo. Mr. Ludwing Werner, seguía orientándolo a su ahijado: —Ahora que eres
pequeño, la vida te parece muy larga, pero créeme, no lo es, así que, gasta tus
días con prudencia y precaución, sin cerrarte puertas a nuevas experiencias o
personas. Se valiente y prueba cosas nuevas, aunque solo sea para que puedas
mirar atrás cuando seas mayor y decir: he aprovechado todas las oportunidades que
me dio la naturaleza. El padrino cada que vendía las reses, le daba su propina
a su ahijado, porque él era su brazo derecho en el cuidado del ganado. Mientras
retornaba a casa, después de llevar al pastizal a los ganados, se encontró una
tutuma grande, en cuanto llego a casa, lo hizo un hueco pequeño por el centro, allí
echaba toda la propina, que le deba su padrino. Como Arián no salía a la ciudad
y no había qué comprar, en medio de la vegetación, todo lo guardaba en la
tutuma. Ya el niño tenía ocho años de edad y una mañana de verano, mientras
trasladaban al pastizal a los ganados, Arián le dijo a su padrino: — ¿Padrino,
puedes venderme esa vaquita? —Hijito, yo con gusto te vendo esa vaquita ¿pero
con qué dinero me vas a pagar? —Padrino, yo tengo bastante dinero y esta
guardado en mi cuarto. Toda la propina que me diste, yo lo guardé y hoy te lo
entrego, para que esa vaquita blanca sea mía. —Excelente Arián, en cuanto
llegamos a casa, contamos el dinero que tienes y ya sabiendo el monto, podemos
hablar de negocios. Así fue, Arián llego a casa presuroso, de inmediato se dirigió
a su cuarto y de allí saco una tutuma, delante de su padrino lo rompió y le
dijo: —Padrino, esto es toda la propina que me diste. Todo lo guarde aquí y
ninguna moneda lo escondí en otro sitio y ni lo gaste. —Excelente, vamos a
contar hijito, cuánto de dinero tienes y veremos si alcanza para venderte
aquella vaquita que te gusta. —Sí padrino, yo ya quiero tener mi propia
vaquita. Contaron el dinero, para desgracia de Arián, no alcanzaba para pagar
el precio de aquella vaquita blanca. —Hijo, el 'Stupid German Money' que tienes
es muy poco, mi vaca cuesta diez mil marcos y tú solo tienes dos mil. Esto solo
alcanza para un becerro recién nacido. —Padrino tú me enseñaste que los
becerros machos solo son buenos para venderlos, yo quiero una becerrita, quien
pueda echar bastantes crías. —Claro hijo, todo lo que compras para el futuro,
tiene que ser hembra para que eche crías, si compras macho, se ira tras de las
hembras y te quedarás sin nada. Veo que deseas tener tu propia vaca, eso está
muy bien, solo recomendarte que escojas una becerrita. Aunque el problema ahora
va ser, en dónde lo vas criar, ya que tú no tienes tu propio establo. —Gracias
padrino Ludwing Werner. A partir de hoy, cuando vendes los ganados, ya no me
des propina, eso que se quede con usted, además me levantaré más temprano para
ayudarlo y así estaré pagando el precio del pasto que come mi becerrita.
—Excelente hijo, así será. El muchacho puso toda su dedicación, empeño y cariño
en la becerrita, hasta le puso el nombre de Charlotte, que significa: nacido
para llegar alto, con grandes metas en la vida. Todos los días le daba de tomar
agua con sal, le sacaba sus garrapatas y hasta cuando el sol quemaba demasiado,
le bañaba al animal. La becerrita creció rapidísimo y al año y medio, ya estaba
preñada, para felicidad de Arián, aquella vaquilla parió un elegante becerro
blanco y de raza cebú. El becerro a sus tres meses de edad, era un animal
elegante y muy apto para ser un semental, viendo esta realidad, una tarde Mr.
Ludwing Werner, le dijo a su ahijado: —Hijo, hablemos de ganados y negocios. Es
momento que debes saber, que, para triunfar en la ganadería y negocios, un
individuo debe saber, todo lo que es posible saber, sobre el ganado y los
negocios. También si solo crías ganadas para ganar 'Stupid German Money', nunca
lo conseguirás, pero si amas lo que haces y pones primero al ganado, el éxito
será tuyo. Porque en esta selva, solo hay tres grupos de personas: los que
hacen que las cosas pasen, los que miran las cosas que pasan y los que
preguntan qué pasó. Como tú eres de los que hacen que las cosas pasen, hoy te
propongo un negocio. Hijo ese torete que parió tu vaquita, no va dar crías y
eso no es beneficioso para ti. Es mejor que yo te lo cambio por dos vacas y los
que tú deseas. — ¿Estás hablando en serio padrino Ludwig? ¿O te hizo asustar el
chullachaki? Y estás delirando. A ya me acuerdo, ese tronco que te cayó en la
cabeza, seguro está afectándote. Pero no fue mi culpa padrino, ese mono malvado
lo tiró de lo alto de un árbol y yo no lo vi primero para advertirte. —No, no
hijo, estoy hablando en serio. —Si es así, el negocio ya está consumado y que
no se hable más, yo mañana te enseñaré, a cuál de las vacas he escogido. A la
edad de 13 años, Arián ya tenía 50 reses y se le avizoraba un porvenir
grandioso en la ganadería. Mr. Ludwing Werner, mientras caminaban en medio de
la vegetación, rumbo a la ciudad de Pozuzo, le iba aconsejando a su ahijado: —Arián,
es momento que debes decidir, cuál es tu propósito y el objetivo que quieres
lograr en vida. Es la parte más difícil de la existencia humana, pero ese
propósito y objetivo, no están fuera de ti, sino dentro de ti, solo déjalo
salir. Sueña lo más alto y grande que puedes llegar a ser y esmérate para
lograrlo. Es cierto que muchas veces te sentirás derrotado o fracasado, pero
eso no debe detenerte. Tienes la opción de comenzar ahora y para lograrlo, solo
debes creer en ti. Si ya encontraste tu propósito, ya tienes el trabajo más
pesado resuelto. Hijo en la vida, el ser feliz es un sinónimo de ser un gran
soñador. Por eso, no temas a las aventuras, al contrario, lánzate a ellas.
Experimenta y disfruta de todo lo nuevo. —Sí Padrino, yo lucharé por hacer
realidad mi sueño y nadie me va quitar ese sueño. Cuando cumplió los 18 años de
edad, Mr. Ludwing Werner, le dijo a su ahijado: —Hijo, te quiero tal y como
eres, aunque no eres el mejor de la zona, ni el que más rápido corre, pero para
mis ojos, eres perfecto tal y como eres. Preferiría ponerte entre algodones y
no perderte de vista ni un momento. Mi mayor temor es que te suceda algo. Por
desgracia, no soy eterno y no siempre podré cuidar de ti. Ahora ya eres mayor,
disfruta y cuida tú mismo tu vida, solo tienes una. Ha llegado ese gran día, en
que tienes que perseguir tus sueños, ahora debes convertirlo en tu meta, si
crees firmemente en ti mismo y trabajas duro para conseguirlo, podrás lograr
cualquier cosa. Sabes hijo, tras de aquella colina, hay un inmenso valle y está
regado por un río, a orillas de ella, iniciarás a construir tu propia fortuna,
ya que esas tierras, árboles y manantiales que conseguirás allí, no le pertenecen
a nadie y tú con tus reses, tendrás que irte a vivir a ese valle. Lo poco que
te enseñé ojalá te sirva en la vida. Solo te pido que no te enfadarás si vengo
a tu establo, para decirte: “¡ten cuidado!” o “¡No dejes de hacer andar tu
revolver y machete!”. —Mi viejo Ludwing, solo quiero decirte que te quiero y te
seguiré diciendo, te quiero y siempre lo haré “¡Sin importar lo que hagas!
¡Eres la mayor felicidad de mi vida! Sé que no ha sido fácil para ti, ser mi
padrino, sé que te he dado mucho trabajo, pero en todas mis caídas y
desaciertos, tus manos han estado ahí para levantarme y con tu dulce mirada me
consolaste cuando lloraba de niño. El siguiente día, apenas amaneció, Arián
tomó su machete, hacha, revólver, de phosphor y un poco de comida, presuroso se
dirigió a la colina y desde allí vio al otro lado, un inmenso valle fértil y
con esa emoción de un joven progresista, dijo: —Allá construiré mi establo, soy
varón y puedo, nadie me lo quitará aquella realidad de ser el ganadero más
grande de estas tierras. Dios, la madre naturaleza y el espíritu de mis padres
me ayudarán. Bajó al valle y de inmediato inició a construir su casa de madera
y lo techó con ramas de palmera. Ni el calor, las avispas, las moscas, las
culebras, el oso, el chullachaki y la soledad, fueron impedimento para que
desista a construir su establo. A eso de tres días, llegó el viejo Ludwing, con
más provisiones, una escopeta y su hacha en mano. —Padrino, que alegría verte,
lo sabía que vendrías a ayudarme. Recuerdas que me dijiste, que, si creía que
es posible, que tú me ayudarías para que se haga realidad ese mi sueño. Aquí me
tienes construyendo esa realidad. —Hijo, no vine a ayudarte, yo estoy aquí,
porque también quiero construir otro rancho. ¿Ya te olvidaste lo que te enseñé
a no conformarte con lo que tienes, sino a luchar por lo que te mereces? Hijo,
mis palabras te convencieron, pero la decisión y acción que tomaste, me motiva
a seguir tus pasos y a construir un nuevo establo, para criar más vacas.
—Padrino, tú eres mi ejemplo y tu carácter optimista, me motiva a seguir
luchando por mis sueños. Ahora entiendo, si construyes tu establo muy cerca del
mío, seremos vecinos y ya no estaré solo en este valle y ni tú lejos de mí.
—Estás en lo correcto Arian. —Le dijo Ludwing. Así iniciaron a limpiar los
espacios, para que puedan transitar con normalidad el ganado. Al poco tiempo, Arián
y Ludwing, ya tenían hectáreas de pastizal y con sus respectivos manantiales
descubiertos. Terminado la adecuación, del terreno. Arián le dijo a su padrino:
—Mí viejo Ludwing Werner, este establo a partir de hoy se va llamar ganadería
“Ludwing Werner”. Luego a pocos días, Arián traslado sus 200 ganados a su
rancho, para fortuna de él, al año y medio, ya tenía ceca de 400 reses. Cuando Arián
cumplió los 28 años de edad y decidió formar su familia, ya tenía 2500 reses y
se había convertido en el ganadero mayor de todo el valle de Pozuzo. El ser
huérfano y el no educarse en una escuela, donde solo se aprende a ser teóricos,
han sido impedimentos para ser un varón triunfador. En estos momentos, es
posible que Arián sea el ganadero más grande del Perú, sin ningún apoyo del
estado, sin haber dañado a nadie o robado a los que menos tienen, como sí lo
hacen los políticos, religiosos y otros. Su espíritu emprendedor, ahorrador,
honrado y trabajador, han hecho de él, un grande, capaz de superar todo
obstáculo que se le presente. Una mañana, en plena lluvia, apareció en el
establo, Mr. Ludwing Werner y le dijo a su ahijado: —Hijo, solo vine a darte
algunos consejos que serán útiles en tu vida. No escuches críticas
constructivas de quién no ha construido nada. No te rindas nunca, ante
cualquier obstáculo, porque no sabes si tal vez el próximo intento será el que
funciona. No tienes que derrumbar tus sueños. Tienes que derrumbar las barreras
que te impiden cumplirlos, porque el éxito es la suma de pequeños esfuerzos
repetidos y nuevos errores cometidos día tras día. —Sí padrino, el pesimista
verá siempre un bosque inhóspito, el optimista verá un bosque lleno de vida y
en donde se puede construir algo bueno, mientras el emprendedor construirá un
rancho, para criar abundantes reses y ganar dinero más que cualquier político y
religioso corrupto.
Autor Enoch Calderón Jara
Docente del IESTP Alfred Nobel
Huariaca – Pasco – 2019 - 2020
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional
del Perú Nº 2019-03452
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