martes, 27 de julio de 2021

EL GANADERO MAYOR

 

En medio de los árboles, construyeron una casa de madera y mientras dormían en una noche lóbrega, de un solo puntapié abrieron la puerta, dos pistoleros resentidos de su existencia, en el interior dormía el pequeño Arián y sus padres Aldous Jahnsen Baertl y Anna Heinz Isern. Con furia y sin decir nada, dispararon sin piedad a todo lo que se movía, pero por milagro del destino, ni una sola bala le impacto a Arián, así quedándose huérfano a la edad de 3 años. Antes de este cruel asesinato, dos jóvenes pertenecientes a la familia Jahnsen y Macher, tipos de sangre y estirpe alemana hasta en el alma. En una taberna bebían Killepitsch, un licor de color rojo, producto de la mezcla de más de 80 frutos, hierbas y bayas secas. La discusión nació, por querer imponer la idea ¿qué familia tiene el mejor “stier” semental de todo el valle de Pozuzo? —El primero dijo: —Los Jahnsen tenemos el mejor bicorne, ya que nuestro toro, está dispuesto a empreñar a 100 vaquillas por mes. El otro “jung” no se quedó callado, antes de hablar se tomó un bocado de Killepitsch y golpeando con el puño a la mesa, dio una mirada retadora dijo: — ¡Debes saberlo! Que la familia Macher tiene el mejor semental de toda esta selva, ya que nuestro toro, es capaz de empreñar a 500 vacas por día. —No hables bobadas, no porque eres un Macher vas hablar cualquier atrocidad, en estos momentos, si meda la gana de un solo “schlag” te pongo en razón. —Atrévete a darme un “schlag”, de inmediato veras que lustro mis botas en tu cara y ni tu raza Jahnsen vendrán a defenderte. — ¿Me estas retando, sabiendo que tengo los “eier” bien puestos? Sino crees, pues toma. La mano de Aldous Jahnsen, fue más rápido que el zarpazo de un tigre, le metió un violento puñete a su contrincante, quien termino de bajo de la mesa y frotándose la quijada. Se armo una tremenda pelea en la taberna, hasta se golpearon con las mesas, bancas y varias “flaschen” terminaron rotas. Con la finalidad de evitar mayores destrucciones, el dueño de la taberna se vio obligado a realizar un tiro al aire con su escopeta de dos cañones y así logrando calmar los ánimos. El joven perteneciente a la familia Macher, desde la puerta de la taberna le dijo: — Aldous Jahnsen, has cavado tu tumba, solo te falta comprar tu cajón, ya nos veremos en otro momento, allí te enseñare ¿quién tiene los cojones bien puestos en este valle? Ya verás, las deudas se pagan y con intereses. Aldous Jahnsen, por quedar bien con el dueño de la taberna, le pago por todo lo destruido y se marchó a su establo, llevando las compras necesarias que necesitaban. Alla en medio del bosque, le espera su esposa e hijo, con ganas de abrazarlo y decirles que mucho lo querían. Llego a su pequeño establo, ya cuando estaba oscureciendo, pero no le conto nada a su esposa del incidente. Solo atinó a decirlo que, en Pozuzo, la vida social estaba cambiando. Ya había pasado un mes, que se dio esa pelea, pero uno de los enemigos más destacados del ser humano, como es el rencor, aún seguía vivo en el corazón de aquel joven, perteneciente a la familia Macher, que termino desequilibrando su cuerpo y mente. Para vengarse de aquella golpiza y humillación, a uno de sus peones le dijo: —Hendrik Schell, ayúdame a silenciar a una víbora venenosa, un día me golpeo y eso daña la reputación de un Macher, debo recuperar mi honor y demostrarlo a todos, que yo no soy cualquiera, sino un Macher con M de machazo. —No hay problemas patroncito. ¿Pero cómo vamos a silenciar a esa víbora? Si ellas nacieron para silbar. —Aquí tengo 2 revólveres, no te preocupes. Esta misma noche entraremos en acción. —Dijo aquel joven. Ya que la venganza y la tragedia a menudo suceden al mismo tiempo. Aquella noche cometieron su delito, dejando en la completa orfandad a Arián Jahnsen Heinz. Pero como no hay crimen perfecto, porque el asesino no olvida su delito. El sonido de los disparos se escuchó a varios kilómetros, así despertando la curiosidad de los demás vecinos, quienes con sus linternas fueron a averiguar qué es lo que estaba pasando en el pequeño establo de la familia Jahnsen. Para sorpresa de los vecinos, encontraron a un niño llorando y abrazado a su madre, sin entender lo que sucedió, ni saber que les paso a sus padres y por qué estaban enfriándose en un charco de sangre. Los vecinos trataron de animar a los cuerpos, pero ya era imposible, porque las balas, habían afectado los principales órganos. De inmediato dieron aviso a las autoridades y con un solo objetivo que se los capture y que vayan a la cárcel. También Arian Jahnsen Heinz, fue llevado a casa de su padrino de bautizo, Mr. Ludwig Werner, quien era un bondadoso y un ganadero prospero de aquella comarca. El Mr. Ludwig Werner, muy condolido le recibió en casa a su ahijadito y se comprometió a criarlo y educarlo. Mr. Ludwing, no le mando a la escuela a su ahijado, porque en aquella zona, no había esa casa, donde enseñan para competir, pero no para compartir, acción que contribuye a la creación de complejos de superioridad intolerante o de inferioridad conformista, que a posterior es la madre de todos los tipos de violencia. —Esa escuela no educa para ser humanos, para ser auténticos, para la felicidad, solo reproduce esquemas y protocolos que matan la creatividad de cada individuo y no catalizan el potencial único del ser. ¿Que podríamos pedir a una escuela donde los profesores no son maestros de sí mismos y no saboreen lo que dicen y hacen? La mejor escuela es la vida. Dijo Mr. Ludwing Werner. —Entonces padrino, la escuela me debe ayudarme a descubrir la vida. —Claro hijo, si la escuela solo te educa para llenar tus vacíos, con ideas de miedo, respeto a la autoridad y no respetarte a ti mismo, esa escuela no vale. Porque está matando tu creatividad, tu espíritu innovador y crítico, frente a sucesos que se te presentan. —Le aclaro al niño. Mas bien desde pequeño le enseño a cuidar a las vacas, a ordeñar, a poner las marcas, a llevarlo al pastal muy temprano, a fabricar el queso y todo lo que se necesita para ser un buen ganadero. Su padrino siempre le decía: —Arián, tu mejor escuela serán los pastizales, los árboles, los ganados y yo, te enseñaremos para vivir la vida. El tema central serás tú y el método de la enseñanza de la vida estará basado en ti, porque todo lo que vez, tiene algo para enseñarte, desde el más pequeño y hasta el más viejo. Todo lo que tienes y sabes, lo utilizarás para el despertar de tu consciencia. Con esta escuela cambiaras tu a la vida. Más no la vida a ti, esta escuela te formara para que te conocen por tus obras y no por lo que dices. —Arián, aun no lo entendía tan bien al consejo de su padrino. Pero si, estaba consciente que tenía responsabilidades que cumplir y aprender todo. Mr. Ludwing Werner, seguía orientándolo a su ahijado: —Ahora que eres pequeño, la vida te parece muy larga, pero créeme, no lo es, así que, gasta tus días con prudencia y precaución, sin cerrarte puertas a nuevas experiencias o personas. Se valiente y prueba cosas nuevas, aunque solo sea para que puedas mirar atrás cuando seas mayor y decir: he aprovechado todas las oportunidades que me dio la naturaleza. El padrino cada que vendía las reses, le daba su propina a su ahijado, porque él era su brazo derecho en el cuidado del ganado. Mientras retornaba a casa, después de llevar al pastizal a los ganados, se encontró una tutuma grande, en cuanto llego a casa, lo hizo un hueco pequeño por el centro, allí echaba toda la propina, que le deba su padrino. Como Arián no salía a la ciudad y no había qué comprar, en medio de la vegetación, todo lo guardaba en la tutuma. Ya el niño tenía ocho años de edad y una mañana de verano, mientras trasladaban al pastizal a los ganados, Arián le dijo a su padrino: — ¿Padrino, puedes venderme esa vaquita? —Hijito, yo con gusto te vendo esa vaquita ¿pero con qué dinero me vas a pagar? —Padrino, yo tengo bastante dinero y esta guardado en mi cuarto. Toda la propina que me diste, yo lo guardé y hoy te lo entrego, para que esa vaquita blanca sea mía. —Excelente Arián, en cuanto llegamos a casa, contamos el dinero que tienes y ya sabiendo el monto, podemos hablar de negocios. Así fue, Arián llego a casa presuroso, de inmediato se dirigió a su cuarto y de allí saco una tutuma, delante de su padrino lo rompió y le dijo: —Padrino, esto es toda la propina que me diste. Todo lo guarde aquí y ninguna moneda lo escondí en otro sitio y ni lo gaste. —Excelente, vamos a contar hijito, cuánto de dinero tienes y veremos si alcanza para venderte aquella vaquita que te gusta. —Sí padrino, yo ya quiero tener mi propia vaquita. Contaron el dinero, para desgracia de Arián, no alcanzaba para pagar el precio de aquella vaquita blanca. —Hijo, el 'Stupid German Money' que tienes es muy poco, mi vaca cuesta diez mil marcos y tú solo tienes dos mil. Esto solo alcanza para un becerro recién nacido. —Padrino tú me enseñaste que los becerros machos solo son buenos para venderlos, yo quiero una becerrita, quien pueda echar bastantes crías. —Claro hijo, todo lo que compras para el futuro, tiene que ser hembra para que eche crías, si compras macho, se ira tras de las hembras y te quedarás sin nada. Veo que deseas tener tu propia vaca, eso está muy bien, solo recomendarte que escojas una becerrita. Aunque el problema ahora va ser, en dónde lo vas criar, ya que tú no tienes tu propio establo. —Gracias padrino Ludwing Werner. A partir de hoy, cuando vendes los ganados, ya no me des propina, eso que se quede con usted, además me levantaré más temprano para ayudarlo y así estaré pagando el precio del pasto que come mi becerrita. —Excelente hijo, así será. El muchacho puso toda su dedicación, empeño y cariño en la becerrita, hasta le puso el nombre de Charlotte, que significa: nacido para llegar alto, con grandes metas en la vida. Todos los días le daba de tomar agua con sal, le sacaba sus garrapatas y hasta cuando el sol quemaba demasiado, le bañaba al animal. La becerrita creció rapidísimo y al año y medio, ya estaba preñada, para felicidad de Arián, aquella vaquilla parió un elegante becerro blanco y de raza cebú. El becerro a sus tres meses de edad, era un animal elegante y muy apto para ser un semental, viendo esta realidad, una tarde Mr. Ludwing Werner, le dijo a su ahijado: —Hijo, hablemos de ganados y negocios. Es momento que debes saber, que, para triunfar en la ganadería y negocios, un individuo debe saber, todo lo que es posible saber, sobre el ganado y los negocios. También si solo crías ganadas para ganar 'Stupid German Money', nunca lo conseguirás, pero si amas lo que haces y pones primero al ganado, el éxito será tuyo. Porque en esta selva, solo hay tres grupos de personas: los que hacen que las cosas pasen, los que miran las cosas que pasan y los que preguntan qué pasó. Como tú eres de los que hacen que las cosas pasen, hoy te propongo un negocio. Hijo ese torete que parió tu vaquita, no va dar crías y eso no es beneficioso para ti. Es mejor que yo te lo cambio por dos vacas y los que tú deseas. — ¿Estás hablando en serio padrino Ludwig? ¿O te hizo asustar el chullachaki? Y estás delirando. A ya me acuerdo, ese tronco que te cayó en la cabeza, seguro está afectándote. Pero no fue mi culpa padrino, ese mono malvado lo tiró de lo alto de un árbol y yo no lo vi primero para advertirte. —No, no hijo, estoy hablando en serio. —Si es así, el negocio ya está consumado y que no se hable más, yo mañana te enseñaré, a cuál de las vacas he escogido. A la edad de 13 años, Arián ya tenía 50 reses y se le avizoraba un porvenir grandioso en la ganadería. Mr. Ludwing Werner, mientras caminaban en medio de la vegetación, rumbo a la ciudad de Pozuzo, le iba aconsejando a su ahijado: —Arián, es momento que debes decidir, cuál es tu propósito y el objetivo que quieres lograr en vida. Es la parte más difícil de la existencia humana, pero ese propósito y objetivo, no están fuera de ti, sino dentro de ti, solo déjalo salir. Sueña lo más alto y grande que puedes llegar a ser y esmérate para lograrlo. Es cierto que muchas veces te sentirás derrotado o fracasado, pero eso no debe detenerte. Tienes la opción de comenzar ahora y para lograrlo, solo debes creer en ti. Si ya encontraste tu propósito, ya tienes el trabajo más pesado resuelto. Hijo en la vida, el ser feliz es un sinónimo de ser un gran soñador. Por eso, no temas a las aventuras, al contrario, lánzate a ellas. Experimenta y disfruta de todo lo nuevo. —Sí Padrino, yo lucharé por hacer realidad mi sueño y nadie me va quitar ese sueño. Cuando cumplió los 18 años de edad, Mr. Ludwing Werner, le dijo a su ahijado: —Hijo, te quiero tal y como eres, aunque no eres el mejor de la zona, ni el que más rápido corre, pero para mis ojos, eres perfecto tal y como eres. Preferiría ponerte entre algodones y no perderte de vista ni un momento. Mi mayor temor es que te suceda algo. Por desgracia, no soy eterno y no siempre podré cuidar de ti. Ahora ya eres mayor, disfruta y cuida tú mismo tu vida, solo tienes una. Ha llegado ese gran día, en que tienes que perseguir tus sueños, ahora debes convertirlo en tu meta, si crees firmemente en ti mismo y trabajas duro para conseguirlo, podrás lograr cualquier cosa. Sabes hijo, tras de aquella colina, hay un inmenso valle y está regado por un río, a orillas de ella, iniciarás a construir tu propia fortuna, ya que esas tierras, árboles y manantiales que conseguirás allí, no le pertenecen a nadie y tú con tus reses, tendrás que irte a vivir a ese valle. Lo poco que te enseñé ojalá te sirva en la vida. Solo te pido que no te enfadarás si vengo a tu establo, para decirte: “¡ten cuidado!” o “¡No dejes de hacer andar tu revolver y machete!”. —Mi viejo Ludwing, solo quiero decirte que te quiero y te seguiré diciendo, te quiero y siempre lo haré “¡Sin importar lo que hagas! ¡Eres la mayor felicidad de mi vida! Sé que no ha sido fácil para ti, ser mi padrino, sé que te he dado mucho trabajo, pero en todas mis caídas y desaciertos, tus manos han estado ahí para levantarme y con tu dulce mirada me consolaste cuando lloraba de niño. El siguiente día, apenas amaneció, Arián tomó su machete, hacha, revólver, de phosphor y un poco de comida, presuroso se dirigió a la colina y desde allí vio al otro lado, un inmenso valle fértil y con esa emoción de un joven progresista, dijo: —Allá construiré mi establo, soy varón y puedo, nadie me lo quitará aquella realidad de ser el ganadero más grande de estas tierras. Dios, la madre naturaleza y el espíritu de mis padres me ayudarán. Bajó al valle y de inmediato inició a construir su casa de madera y lo techó con ramas de palmera. Ni el calor, las avispas, las moscas, las culebras, el oso, el chullachaki y la soledad, fueron impedimento para que desista a construir su establo. A eso de tres días, llegó el viejo Ludwing, con más provisiones, una escopeta y su hacha en mano. —Padrino, que alegría verte, lo sabía que vendrías a ayudarme. Recuerdas que me dijiste, que, si creía que es posible, que tú me ayudarías para que se haga realidad ese mi sueño. Aquí me tienes construyendo esa realidad. —Hijo, no vine a ayudarte, yo estoy aquí, porque también quiero construir otro rancho. ¿Ya te olvidaste lo que te enseñé a no conformarte con lo que tienes, sino a luchar por lo que te mereces? Hijo, mis palabras te convencieron, pero la decisión y acción que tomaste, me motiva a seguir tus pasos y a construir un nuevo establo, para criar más vacas. —Padrino, tú eres mi ejemplo y tu carácter optimista, me motiva a seguir luchando por mis sueños. Ahora entiendo, si construyes tu establo muy cerca del mío, seremos vecinos y ya no estaré solo en este valle y ni tú lejos de mí. —Estás en lo correcto Arian. —Le dijo Ludwing. Así iniciaron a limpiar los espacios, para que puedan transitar con normalidad el ganado. Al poco tiempo, Arián y Ludwing, ya tenían hectáreas de pastizal y con sus respectivos manantiales descubiertos. Terminado la adecuación, del terreno. Arián le dijo a su padrino: —Mí viejo Ludwing Werner, este establo a partir de hoy se va llamar ganadería “Ludwing Werner”. Luego a pocos días, Arián traslado sus 200 ganados a su rancho, para fortuna de él, al año y medio, ya tenía ceca de 400 reses. Cuando Arián cumplió los 28 años de edad y decidió formar su familia, ya tenía 2500 reses y se había convertido en el ganadero mayor de todo el valle de Pozuzo. El ser huérfano y el no educarse en una escuela, donde solo se aprende a ser teóricos, han sido impedimentos para ser un varón triunfador. En estos momentos, es posible que Arián sea el ganadero más grande del Perú, sin ningún apoyo del estado, sin haber dañado a nadie o robado a los que menos tienen, como sí lo hacen los políticos, religiosos y otros. Su espíritu emprendedor, ahorrador, honrado y trabajador, han hecho de él, un grande, capaz de superar todo obstáculo que se le presente. Una mañana, en plena lluvia, apareció en el establo, Mr. Ludwing Werner y le dijo a su ahijado: —Hijo, solo vine a darte algunos consejos que serán útiles en tu vida. No escuches críticas constructivas de quién no ha construido nada. No te rindas nunca, ante cualquier obstáculo, porque no sabes si tal vez el próximo intento será el que funciona. No tienes que derrumbar tus sueños. Tienes que derrumbar las barreras que te impiden cumplirlos, porque el éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos y nuevos errores cometidos día tras día. —Sí padrino, el pesimista verá siempre un bosque inhóspito, el optimista verá un bosque lleno de vida y en donde se puede construir algo bueno, mientras el emprendedor construirá un rancho, para criar abundantes reses y ganar dinero más que cualquier político y religioso corrupto.

Autor Enoch Calderón Jara

Docente del IESTP Alfred Nobel

Huariaca – Pasco – 2019 - 2020

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2019-03452


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