martes, 27 de julio de 2021

LITERATURA COMPARADA

1. Hacia una definición de la literatura comparada

Como plantea el comparatista Jorge Dubatti (2008: 56), la definición de literatura comparada propuesta por la Asociación internacional de literatura comparada (AILC) es la más clara y la que alcanza mayor consenso. Esta definición es la siguiente: “La literatura comparada es el estudio de la historia literaria, de la teoría literaria y de la explicación de textos desde un punto de vista internacional o supranacional.” Y agrega Dubatti: “Es decir que le competen los fenómenos de producción, circulación y recepción que exceden y/o interrelacionan los marcos de las literaturas nacionales”. 

Esta definición presenta de entrada algunos términos que han sido y son objeto de discusión para los comparatistas. En primer lugar, la diferencia conceptual entre punto de vista supranacional y punto de vista internacional. El mismo Dubatti aclara que lo supranacional constituye una  superación de lo nacional; es el caso de fenómenos como la literatura y las artes, y sus estructuras generales, como el género literario y el tema de una obra. Por su parte, lo internacional supone lo nacional, toda vez que se refiere a la relación entre literaturas nacionales, como es el caso del estudio comparado de obras de la literatura chilena y francesa, por ejemplo. En palabras de Dubatti, “La comparatística estudia la literatura desde un punto de vista supranacional cuando focaliza problemas que trascienden o exceden el concepto de lo nacional. [...]. En cambio, la literatura comparada asume un punto de vista internacional cuando estudia las relaciones e intercambios entre dos o más literaturas nacionales” (2008: 57). Un tercer término en discusión corresponde al no por discutido menos omnipresente concepto de literatura nacional.

Proponemos ahora una definición de literatura comparada que recoge aspectos comúnmente señalados en los trabajos teóricos. Tradicionalmente se ha definido la literatura comparada como una subdisciplina de los estudios literarios que consiste en el estudio comparativo de obras literarias pertenecientes a diferentes literaturas nacionales, preferentemente en distintas lenguas. El trabajo comparativo se realiza sobre la base del descubrimiento de las estructuras supranacionales que se presentan en diversas obras, como los géneros o aspectos temático-constructivos y fenómenos de intertextualidad, o internacionales, como aspectos lingüístico-culturales, y de imágenes de lo nacional y lo extranjero, entre las más relevantes.

Pese a que los orígenes de la literatura comparada se encuentran en el concepto de Weltliteratur (literatura mundial) propuesto por Goethe en 1827, los comienzos de su institucionalización académica se registran sólo a fines del siglo XIX y principios del XX. En estos orígenes gravitan hechos históricos de Europa, entre los que se cuentan el nacimiento de los estados-naciones y, por consiguiente, de las literaturas nacionales –hacia 1830-1840- y el imperialismo napoleónico, hechos que van delimitando el curso y el alcance de la historia de la literatura comparada, de modo que puede decirse que por origen y definición la literatura comparada ha sido modulada por la historia geopolítica de Europa, y el desarrollo de los nacionalismos y antinacionalismos.

Según sostiene Armando Gnisci (2002: 15), la literatura comparada nace en Europa “como una ciencia gregaria de molde histórico-positivista, sometida al estudio eurocéntrico de las literaturas nacionales”, pero posteriormente evolucionó hasta ser “una disciplina verdaderamente general, crítica y mundialista”.

La historia de la literatura comparada ha estado sujeta tanto a las crisis de su propia indefinición epistemológica, por ejemplo, su confusión con el estudio de fuentes e influencias,  como a los cambios producidos en la historia de los estudios literarios en general.

Según Antonio Martí (2005: 367), René Wellek, uno de los principales críticos del estado de la literatura comparada a fines de los años cincuenta, propone en 1968 la que sería su mejor defensa, de acuerdo al espíritu que la anima, al definir la  literatura comparada como el estudio de la literatura independientemente de las fronteras lingüísticas, étnicas o políticas. No se puede confinar a un solo método; la descripción, caracterización, interpretación, narración, explicación, evaluación son utilizadas en el comparatismo tanto como las comparaciones. Ni la comparación puede ser reducida a contactos factuales históricos.

Esta definición vino a reforzar la que había propuesto otro comparatista crítico del rumbo que hasta entonces había tomado la disciplina, Henry Remak, quien en 1961, había señalado:

La literatura comparada es el estudio de las literaturas más allá de las fronteras de un país particular y el estudio de las relaciones entre literatura y otras áreas de conocimiento o de opinión, como las artes (i.e., pintura, escultura, arquitectura, música), la filosofía, la historia, las ciencias sociales (i.e., política, economía, sociología), las ciencias naturales, la religión, etc. En resumen, es la comparación de una literatura con otra u otras y la comparación de la literatura con otros ámbitos de la expresión humana. (cit. por Martí, 2005: 368)

Pierre Brunel (1994: 7) en la Introducción a  su Compendio de literatura comparada plantea que esta disciplina se basa en el “hecho comparatista”, el que ha de ser entendido como la “relación” o “relaciones concretas entre obras vivas”. En su ensayo “El hecho comparatista”, Brunel (1994: 21) aclara: “Los estudios literarios versan en primer lugar sobre textos. Ahora bien, un texto no siempre es puro. Acarrea elementos extranjeros. Esta presencia constituye el hecho comparatista”.

En la misma línea, Jean Louis Backès (1994: 52) señala en su trabajo sobre “Poética comparada” que una de las premisas del ejercicio comparado es “hacer que surjan las diferencias entre las literaturas nacionales y criticar cualquier tentativa de síntesis que pasara estas diferencias por alto […]. La literatura comparada todavía puede prestar apreciables servicios contra el furor de generalización que anima a algunos especialistas; el comparatista sabe de entrada que su objeto no es homogéneo y que los universales no son inmediatos.”                        

En una perspectiva más actual, Armando Gnisci (2002: 18) sostiene que la literatura comparada es una “Disciplina que concibe y trata la literatura / las literaturas como fenómenos culturales mundiales”, y debe entenderse entonces, como “intercultural y mundialista”.

2. Líneas de la literatura comparada

Sobre esta base teórica común, la literatura comparada desarrolla diversas líneas de investigación que podemos agrupar según respondan a dos grandes orientaciones. Una primera orientación se refiere a las investigaciones cuyo objeto lo constituyen problemas teóricos e históricos. Se distinguen aquí los trabajos de genología comparada, de historia comparada de la literatura y de estética comparada. Podemos mencionar, por ejemplo, que la estética comparada concierne al estudio comparado de la literatura con otras disciplinas artísticas. Bajo este rubro se llevan a cabo estudios en los que la literatura se convierte en un objeto de reflexión, en la medida en que permite establecer vínculos, enlaces y proyecciones de y hacia otras artes.

2.1. Imagología

La definición fundacional de la imagología es la propuesta por Jean-Marie Carré, en 1951, como “la recíproca interpretación de los pueblos, de los viajes y de los espejismos. Cómo nos vemos y nos enjuiciamos recíprocamente ingleses y franceses, franceses y alemanes, etc.” (cit. por Martí, 2005: 363)

Esta definición recibió las críticas de René Wellek en 1958, quien consideró la imagología una forma de hacer “psicología nacional”, puesta al servicio del patriotismo y nacionalismo de cuño francés.

A partir de los aportes de Bajtín a los estudios literarios y de la cultura, la imagología ha recibido un nuevo impulso a través de una nueva definición, gracias a las propuestas de Daniel-Henry Pageaux y de Hugo Dyserinck. Para Pageaux (1994: 103), la “imagen literaria” debe estudiarse en el marco del imaginario literario y social en lo que respecta a la representación del “otro”. Dicha representación del otro puede evidenciarse por medio del estudio de la imagen, la que es entendida como “una toma de conciencia de un yo con respecto a un Otro, de un aquí y de un allá [...]. La imagen es la expresión de una separación significativa entre dos órdenes de la realidad cultural”.

Concordantemente, y en palabras de Antonio Martí (2005: 384), la imagología puede ser nuevamente definida como

El estudio de las imágenes, los prejuicios, los clichés, estereotipos y, en general, de las opiniones sobre otros pueblos y culturas que la literatura transmite, desde el convencimiento de que estas imágenes, tal como se definen comúnmente, tienen una importancia que excede el mero dato literario o el estudio de las ideas y de la imaginación artística de un autor; por tanto, el objetivo actual de la imagología sería revelar el valor ideológico y político que puedan tener ciertos aspectos de una obra literaria en tanto que condensan las ideas que el autor comparte con su medio social y cultural, al mismo tiempo que cuestionan la propia identidad cultural, en una relación dialógica en que identidad y alteridad se presuponen como algo más que un tema.

2.2. Tematología

El término tematología designa el sector de la investigación que se ocupa del estudio comparado de los temas y los mitos literarios, y surge como herencia de las investigaciones sobre literatura popular comparada de Gaston Paris, filólogo y medievalista francés de fines del siglo XIX, quien pretendió reconstruir la génesis y la circulación de los temas en las literaturas europeas a partir de la tradición popular. En su trabajo, se mantiene implícita la noción de un arte que en su momento “emanó” de un alma popular colectiva.

En 1931, Paul Van Tieghem introdujo el término tematología, aunque manifestó escepticismo sobre su valor crítico, en tanto limitaría su trabajo al fichaje –catalogación y recopilación- de temas literarios.

A partir de los años sesenta, se afirma una nueva tematología comparatista, en una versión histórico-crítica y hermenéutica, con claves de lectura e hipótesis interpretativas.

En una lectura tematológica de tipo comparado el elemento crítico fundamental debe constituirse por las múltiples intersecciones que la permanencia y la transformación de un tema trazan con los procesos históricos y culturales, y con las dinámicas específicas de la historia literaria. La identificación y la interpretación crítica de un tema dentro de cierta clase de textos puede actuar como detector ideológico. La comparación temática de un grupo de textos puede mostrar cómo un determinado imaginario se modula en el tiempo, a través de ciertas formas literarias y dentro de espacios culturales definidos, estableciendo conexiones con la historia de las mentalidades y la sensibilidad. Dicho en palabras de Trocchi (2002: 161), la tematología actual “se coloca en un cruce estratégico de dinámicas literarias y relaciones con el imaginario, con la historia de las ideas, de las ideologías, de la mentalidad, de la sensibilidad”[1].

2.3. Estudio comparado de disciplinas artísticas

La literatura comparada estudia las relaciones entre las artes de forma muy concreta, analizando las modalidades por las cuales las artes interactúan entre sí. No consiste en construir teorías a partir de experiencias artísticas ni en explicar estas últimas a partir de las teorías construidas, más bien se trata de analizar los vínculos entre las artes a partir de lo que Emilia Pantini denomina “literariedad” (2002: 218), no en su acepción formalista o estructuralista, sino entendida como “el papel de mediador general de la comunicación – entre las artes en este caso – que la lengua y la literatura terminan siempre por desempeñar”.  (2002: 218-219)

Estudiar la relación entre la literatura y las demás artes significa estudiar al mismo tiempo los “modos” en que la relación se crea, y los “hechos” que la determinan y que, a su vez, son determinados por ésta.

Algunos denominadores comunes de las artes, que permiten su comparación, son las poéticas, los procedimientos constructivos y las categorías históricas. A modo de ejemplos de la relación entre la literatura y las otras artes, se consignan los siguientes: las artes figurativas o la música pueden ser el objeto de la literatura, la literatura puede traducir otras artes (hablar de ellas) de manera diversa, a su vez, la literatura puede ser objeto de otras artes. Artes distintas pueden ser manifestaciones de poéticas similares, e incluso idénticas, como en el caso de las vanguardias. Un arte puede intentar imitar los procedimientos constructivos de otro. Pueden manifestarse procedimientos constructivos análogos, sin que un arte se haya propuesto imitar a otro. Un último ámbito de estudio es la teoría de las artes, en el sentido de un seguimiento diacrónico de la consolidación de éstas y de sus relaciones.

El traslado de diversos conceptos de la crítica del arte al campo de la literatura ha permitido establecer análisis que delatan la presencia del pensamiento estético de las artes musicales y escénicas en la literatura y viceversa. El artículo de Jean-Michel Gliksohn (1994) describe las diversas posibilidades de acercamiento de estas formas de experiencia estética, desde los acercamientos teóricos de las teorías del arte, las estéticas históricas, la estilística, la semiología, las escuelas y tendencias de estilos artísticos, las transposiciones y las correspondencias. Los dos últimos- las transposiciones y las correspondencias- se han consolidado como las formas más comunes para la realización de estudios comparados entre las diferentes disciplinas artísticas, debido a que su presencia puede describirse desde la tematología o desde las relaciones que los escritores, incorporando su formación literaria, establecen con otras artes. Así, como sostienen Wellek y Warren, las artes se influencian unas a otras estableciendo “un esquema complejo de relaciones dialécticas que funcionan en ambos sentidos, de un arte al otro y viceversa, y que pueden sufrir una total transformación dentro del arte en el que han penetrado. No se trata sólo de un ‘espíritu de época’ que determina e impregna cada arte y todas las artes”. (cit. por Gliksohn, 1994: 226)

Sinopsis. Calderón Jara Enoch

Docente del IESPP Huaraz

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